El verdadero visitante

Un hombre enviuda. Y se queda solo.
Ese hombre se llama Walter y tiene aproximadamente 60 años. Es estadounidense, de clase media alta, profesor universitario y con una vida monótona y sin expectativas. Para intentar distraer esa angustia por la pérdida, toca el mismo piano que su mujer dominaba a la perfección, pero al que él apenas puede robarle algunos pobres acordes.
Walter vive en Connecticut.
Un día, el rector de la universidad donde Walter da clases, le pide que viaje a Nueva York a exponer un trabajo de investigación que había realizado con un colega. Él acepta de mala gana. Viaja. Walter piensa quedarse, mientras persista su estadía en Nueva York, en el departamento que posee en esa ciudad.
El primer inconveniente se suscita ni bien llega. En la tina del baño encuentra bañándose a una mujer de tez negra. Walter se asusta. Ella también. El clima se tensa aún más cuando llega el novio de ella: un sirio llamado Tarek. La situación es confusa durante unos segundos hasta que por fin se aclara. Walter es el dueño del departamento y ellos (la mujer llamada Zainab, que es de Senegal, y su novio, Tarek), las víctimas de una estafa inmobiliaria. Ese encuentro le cambia radicalmente la vida a Walter, y también a Zainab y a Tarek.
Pareciera ser que sólo se trata de una confusión. Pero no, no es sólo eso. Ese encuentro implica un choque de culturas. Y de ese particular choque, y como pasa en cualquier choque más o menos violento, vuelan, enloquecidas, por el aire, partículas que se dispersan por todos lados. Esas partículas se van mezclando y mezclando hasta llegar a confundirse entre ellas, igualándose, descubriéndose nuevas, matizadas, transformadas.
Entonces, Walter comienza a socavar su dolor gracias a esos inmigrantes ilegales que inocentemente habían subalquilado. Los deja que vivan en su departamento. Y fundan entres los tres, los nexos vinculantes entre esas culturas: producido a través de la música, que caracteriza las canciones árabes. Se transmiten sus emociones y sensaciones mediante el rítmico repiquetear de los tambores que Tarek enseña a tocar a Walter.
Pero se produce el segundo inconveniente.
Tarek es detenido por inmigrante ilegal. (¡Por Dios, un árabe indocumentado en los Estados Unidos post 11-9!) A partir de ese momento Walter termina de cambiar la concepción que tiene sobre el mundo. Se topa con la dureza e impermeabilidad burocrática que impera en su propio país contra los inmigrantes. Comienza a ver un país que él no quiso (o no pudo) ver. Al final, Tarek es deportado, Zainab se muda y Mouna (la madre de Tarek, que aparece a la mitad de la película y que había viajado desde el centro de Estados Unidos para visitar a su hijo) vuelve a Siria para acompañarlo.
De esa manera, ya nada será igual para Walter. Esos descubrimientos (amistad, amor, su verdadero país y esa otra cultura) le dejarán huellas que ni el tiempo ni la distancia podrán borrar.
Esa es la historia de Walter. También la de Zainab y Tarek.
Y esa es la historia que fui a ver hace unos años al cine. Ustedes me dirán: ¡me contó toda la película! Sí, puede ser. Pero seguro que eso no es lo más importante. Porque lo que importa es la manera que está narrada y los sentimientos que trasmiten los personajes guionados y dirigidos por Tom McCarthy. Para dar un ejemplo: esos sentimientos trasmitidos por Walter, le valieron a Richard Jenkins (un eterno actor de reparto en películas como Las locuras de Dick y Jane, El hombre que nunca estuvo, Un diván en Nueva York, Lobo, Peligrosa obsesión, Las brujas de Eastwick, Silverado) la nominación al Oscar como Mejor Actor.
Pero hay un error, sí. Y tiene que ver con el título original de la película. Su nombre real es The Visitor, pero la distribución Argentina le asignó otro: Visita inesperada. Dándole otra interpretación a la película: haciéndonos pensar que la visita inesperada es la del sirio y la senegalesa. Pero lo cierto es que el título debería haber sido El visitante. Puesto que la película no deja dudas en cuanto a quién es el visitante: el que visita al país que nunca vio, a la amistad, al amor y a una vida con otro matiz.
El visitante es el viudo, el que estaba solo.
El verdadero visitante es Walter.