Japoneses

UNO Me levanto. Preparo un té con leche y medio dormido, medio despeinado, me siento frente a la computadora. Mientras se inicia tomo unos tragos de ese té con leche que en estos días se enfría más rápido que nunca. La máquina está lista para que comience a navegar por Internet. Abro las primeras páginas y empiezo a leer las noticias del día. Primero recorro los diarios de la Argentina: Clarín, Página 12. Noto que las noticias no cambiaron mucho desde ayer: la cantidad variable y en ascenso de muertos por el accidente aéreo en aguas del Atlántico, las declaraciones de los políticos que también son variables y siempre en ascenso (en el tono de la acusación) y que casi ocupan todo el contenido de las páginas, algo de deporte y nada más. Las cierro y comienzo a leer los diarios internacionales. Abro la página del diario El País de España. Ahí me encuentro con la noticia más desalentadora de todas las que leí. El título es sugestivo y es imposible de pasarla por alto. Dice: Una empresa de Tokio se dedica a alquilar familiares y amigos falsos para ceremonias. Abro la noticia y resurge el texto de manera violenta. Parece ser que en Japón le dan la posibilidad a las parejas para que en su casamiento alquilen una familia falsa, amigos y colegas para inflar la lista de invitados. La noticia sigue, dice: mucha gente en Japón ve las bodas como una celebración formal a la que tiene que asistir tanta gente como sea posible, entre familia, amigos y compañeros de trabajo. También dice que con la llegada de la crisis a Japón han aumentado estas peticiones de sustitución de compañeros de trabajo, y que por otro lado, los clientes buscan a un jefe falso, ya que el verdadero puede que esté demasiado ocupado para asistir tras perder su trabajo.
Y todo esto por la módica suma de 20.000 yenes, o sea unos 143 euros. Y la oferta no sólo queda en eso, hay más. Por 5.000 yenes extras esa persona que se alquila puede cantar o bailar, y si pagás otros 10.000 yenes, esa persona hace un discurso que te hará sentir orgulloso. La noticia sigue: La empresa tiene alrededor de cien compromisos para bodas al año y cuenta con mil sustitutos para diferentes ocasiones, ya que no sólo cubren bodas, sino también funerales y seminarios de aprendizaje. Incluso ofrece novios falsos para presentarlos a la familia y sustitutas de secretarias para parecer importante.
Sigo leyendo, y la sorpresa no se va de mi lado, sigue conmigo, firme, sopapeándome. Leo: según el director de la empresa, a veces ni siquiera la pareja del que contrata se dá cuenta de que los invitados de su media naranja son falsos. Y concluye diciendo ese director, de manera lapidaria: la gente es orgullosa y no quiere explicar a su pareja que no tiene muchos amigos. La risa comienza a mermar. Tomo el último sorbo de té con leche, me paro y me alejo de la computadora.

DOS En Japón conviven aproximadamente 30 millones de personas. De esas 30 millones de personas, un tercio, vive sola. Pero no se asusten, esto sólo es más información nutrida de fríos y rudimentarios números. Muy lejos de lo humano, de lo emocional.
¡Un tercio vive sola!

TRES Sí, la noticia de la empresa japonesa había sido la más desalentadora hasta ese momento, y por más que seguí leyendo no fue superada en todo el largo día. Pero ustedes me preguntarán: “¿Pero qué hay de desalentador? Si es una noticia graciosa”. No lo voy a negar, la noticia es graciosa. Hasta les diría que es muy graciosa (y más por estas latitudes, donde siempre hay que recortar las listas de cualquier festejo por falta de fondos). Pero como dije antes, de a poco la risa comenzó a irse y se quedó la reflexión. Ahí es donde esa misma noticia comienza a ser desalentadora. Uno comienza a preguntarse: ¿Hacia dónde estamos yendo como personas? ¿Esta tendencia japonesa va a ir creciendo hasta propagarse en todo el mundo?
Esas respuestas son fáciles de responder si pensamos que a veces la comunicación entre las personas, incluso en el núcleo familiar y en el trabajo se ha debilitado, se ha deteriorado a niveles increíbles. También esas respuestas son fáciles de responder si pensamos que cada vez escuchamos menos al otro, y no digo a un desconocido, no pretendo ser utópico, sino a personas que están al nuestro lado, a las que tenemos al alcance de la mano, y a las que no le damos ni una suave caricia; personas de las que no sabemos qué les pasa, qué necesitan. Esas respuestas son fáciles de responder si pensamos que el individuo ya va dejando de ser individuo, para ir tornándose cada vez más individualista, más egoísta. Y sí, esas respuestas son fáciles de responder si cada vez estamos más encapsulados, aislados, como si de esa fuera la manera de vivir en sociedad, de ser socios anónimos en este mundo.

CUATRO Me baño antes de ir a trabajar. Salgo de mi departamento, bajo las escaleras y al salir a la calle me encuentro con el portero. Lo saludo. Nicolás, que es bastante joven (seguro que no se casó todavía), apenas agacha la cabeza, mirando para otro lado. Cierro la puerta y me alejo. Mientras camino hacia la parada de colectivos me imagino a Nicolás en su casamiento, rodeado de japoneses que lo abrazan, que lo lanzan al aire en medio de la fiesta, y que lo hacen sentir orgulloso. Llego a la parada riéndome. Apenas pasan unos minutos y llega el colectivo. Me subo y ya sin reírme, comienzo el viaje de todos los días.